18 de junio de 2025

Gohonzon Nichiren N°059


 ORIGENES DEL MALA O ROSARIO BUDISTA

El Budismo comenzó a propagarse a través de una enmarañada trama de caminos y senderos que comenzaron a articularse desde tiempos inmemoriales. El primer escenario del budismo, fueron la india y Asia Central. Sin duda fueron los comerciantes, a menudo nómadas, quienes los caminaron por vez primera y luego los monjes y peregrinos no tardaron en utilizarlos. Poco a Poco la creación de una comunidad monástica estructurada y disciplinada, lo convirtieron en un movimiento socio-religioso relevante.

Surgido en el norte de la India, donde se cruzaban las grandes rutas comerciales que conectaban el valle del Indo con el valle del Ganges, el budismo nació en simbiosis intensa con el mundo de los mercaderes. Todos sus lugares santos eran también núcleos urbanos importantes.

Shakyamuni y sus discípulos peregrinaron siempre por caminos repletos de caravanas y entre los primeros conversos había ya mercaderes destacados. Pero la interacción del budismo y comercio no obedecía únicamente a la coincidencia geográfica.

“Con el acrecentamiento del comercio, aparecieron ricos mercaderes de la clase vaishya que a causa de su fortuna y poder, se encontraban en condiciones de desafiar la autoridad de los Brahmanes” además el budismo “era una religión que desde el principio repudio todas las distinciones de clases y castas y se dirigió a todos”, lo cual tuvo gran aceptación entre los mercaderes y comerciantes.

Por instrucciones directa de Shakyamuni sus seguidores que, ahora como conocedores de la suprema iluminación debían viajar de región en región, difundiendo las enseñanzas, no debían viajar en grupos, sino solos.

En uno de los primeros textos budistas, Shakyamuni les dice a sus discípulos:

“Monjes, salgan y prediquen por misericordia hacia los seres sensibles, y por preocupación por el mundo. Lleven beneficios, felicidad y cuidados a dioses y hombres. No deben ir dos de ustedes al mismo lugar. Prediquen el Dharma con razón y elocuencia, de modo que sea bueno al comienzo, a la mitad y al final”.

Con este despliegue de monjes itinerantes que la gran mayoría de las veces se servían de las caravanas de los comerciantes para sus largas jornadas de marchas, el budismo hacia hincapié de esta manera en ser una religión de acción individual dentro de la convivencia social y no meramente pasiva o contemplativa.

En sus comienzos los monjes en estas peregrinaciones individuales para predicar la Ley, tenían la obligación de vivir de limosnas, viajaban ligero y aun poco tiempo después de la muerte de Shakyamuni solo cargaban con ellos algunos objetos: De acuerdo con primeros textos budistas estos indican que los monjes les estaba permitido llevar Tres mantos, una escudilla para limosnas, un paño para sentarse y un colador de agua y posteriormente una sarta de cuentas hecha de madera u otros materiales que usaban para centrarse en la oración llamadas en la india japamalas (pronunciado shápa mála), y que luego con la constante transformación y adaptabilidad del Budismo a las costumbres de los reinados y regiones donde se iba asentado cambiaria de nombre dependiendo del territorio donde se encontraba así que el Japamala, paso a llamarse, Mala, en las altas regiones de los Himalayas, Nenju o Juzus posteriormente en el Japón.

Luego del fallecimiento de Shakyamuni, lo cual ocurrió según algunos eruditos budistas en el siglo V antes de la era Común, en la india, las diferencias de opiniones entre sus discípulos originaron que a la postre se formaran varias escuelas. Shakyamuni no escribió nada, todas sus enseñanzas fue comunicada enteramente de manera oral y cada una de las escuelas desarrolló su propia interpretación de los sutras.

Con el correr del tiempo entre las escuelas predominaron dos corrientes:

La Mahayana, o “Gran Vehículo” y la

Theravada (Hinayana) o “Pequeño Vehículo”.

La rama de las enseñanzas Hinayana se expandió principalmente hacia el sur y al sureste de la india hasta Sri Lanka, Burma y Tailandia consagrándose a la práctica de los preceptos monacales y a escribir tratados doctrinales, a su vez la rama Mahayana se expandió desde el Tibet hacia el Asia Central incluyendo las regiones del Pamir y Tarim (Tajikistan y Yemen).

Un desarrollo significativo sucedió de manera paralela a la expansión del movimiento budista y fue la abertura de nuevas rutas de comercio por comerciantes Chinos a través de la India y China. Bajo la dinastía Shang, hace 3.600 años, el antiguo pueblo chino ya conocía el arte de la sericultura: la obtención de la seda del gusano del mismo nombre. Durante la dinastía Han (206 a.C.-220 d.C.), se comenzó a emplear hiladores cada vez más sofisticados para perfeccionar esta técnica y lograr la producción en gran escala.

También en esta época se inició la exportación de la seda, tanto por vía terrestre como por vía marítima, al Imperio romano y a otros países occidentales, que empezaron a conocer China a través de estas rutas y bautizaron el país con el nombre de “Seres”, que en griego significa “País de la Seda”. Gradualmente, su producción se trasladó desde su cuna en el norte de China a los territorios situados al sur del río Yangtze. Así, a través de los años, la inmensidad de Eurasia fue atravesada por rutas de comunicación que se conectaron paulatinamente hasta formar lo que hoy día se conoce como “la Ruta de la Seda”.

Sin embargo, estos antiguos caminos no tenían un nombre particular. “Ruta de la Seda” es una designación reciente, de mediados del siglo XIX, cuando el barón y geólogo alemán Ferdinand von Richthofen llamó a esta red de comercio y comunicaciones “Die Siedenstrasse” (La Ruta de la Seda). El término ha permanecido en el tiempo.

Alrededor del primer siglo a.C., el budismo comenzó su expansión a lo largo del camino de seda. “Mientras la porción norte de la India comenzaba a llenarse de stupas y templos excavados en la roca, los misioneros dirigían sus pasos a los confines del imperio, Ceilán y los lejanos montes del Hindukush.

Allí se encontraba, desde los primeros siglos de nuestra era el imperio Kushan, y el control que éste ejercía sobre los pasos de las grandes cordilleras impulsó enormemente el comercio entre China, India y Persia: la fusión de tantas culturas dio lugar a una eclosión artística sin precedentes”.

Mientras se expandía y era aceptado, comunidades enteras se convirtieron al budismo. Los monjes utilizaron numerosas cuevas a lo largo del camino las cuales decoraron profusamente. Muchas de estas cuevas tenían pinturas en las paredes e imágenes hermosas de Budas o Bodhisattvas que fueron patrocinadas por los viajeros que buscaban protección para sus viajes.

Cuevas de Mogao, situadas en la Montaña Minghsa. En el cruce de culturas contrasta la fuerza religiosa islámica con las primeras manifestaciones budistas importantes. Esto se contempla precisamente en las Cuevas de Mogao. El conjunto de 1.600 mts. de longitud y 50 mts. de alto, esta integrado por 700 cuevas correspondientes a numerosas dinastías. En 492 cuevas, se conservan esculturas pintadas y murales. Las 2.500 esculturas pintadas representan imágenes de Budas Bodhisatvas, discípulos y guardianes celestes.

“El budismo se extendió hasta China y varios monjes budistas chinos hicieron peregrinajes a la India para traer textos sagrados. Sus diarios de viaje son una extraordinaria fuente de información. Por ejemplo, el diario de Fa Xian (que describe un viaje de catorce años, entre el 399 y el 414) ha sido un aporte sustancial a nuestro conocimiento de la historia de Asia Central durante el siglo V. El diario de XuanZang (cuyo diario abarca veinticinco años, entre el 629 y el 654) tiene un valor histórico enorme”.

El budismo atravesó una gran cantidad de cambios y desarrollo en su doctrina después de la muerte de Shakyamuni. Durante la expansión por la ruta de las sedas cuando pasa de la India a China sufre adaptaciones a las costumbres del país y desarrolla características propias, un proceso similar ocurrirá luego en Japón, con las enseñanzas propiamente dichas también fueron llevados formalidades y artículos utilizados durante la práctica o liturgia.

En el texto del sutra “Mokugenkisho", menciona que el Rey Haruri le dijo a Shakyamuni:

"Mi reino es pequeño. En años recientes, ha habido hambre y pestilencia a lo largo de mi país.

Como resultado, todas las personas están muy angustiadas todo el tiempo, yo no puedo sentirme bien por eso. Nosotros estamos en una penosa situación. El tesoro de la LEY es demasiado profundo y demasiado inmenso para practicarla. Así por favor enséñeme cual es el punto principal de la Ley.

Shakyamuni oyendo esto le contesto, Rey, si usted quiere eliminar los deseos terrenales y acabar con sus sufrimientos, haga un cordón circular de 108 cuentas hecho de las semillas del árbol del tilo, Recite “Nam Buda--Nam Dharma--Nam Sangha”. Cuente una cuenta con cada recitación".

Así que, el origen de las cuentas utilizadas en la oración como este sutra lo indica, viene directamente de las instrucciones para su fabricación y uso del propio Shakyamuni. Un cordón circular de cuentas que se sostiene al rendirse culto a los Tres Tesoros, o al contar el número de recitaciones.

En la india esta sarta de cuentas se llama “Japamala” y desde sus comienzos fueron hechas de diferentes tipos de granos o semillas; utilizada entre sadhus y devotos a los fines de centrarse en las oraciones.

Los Jainistas utilizaban una sarta de 1O8 (ciento ocho) cuentas, que representaban:

12 (doce) gunas o virtudes de los Arihantas.

8 (ocho) virtudes de los Siddhas.

36 (treinta y seis) virtudes de los Acharyas.

25 (veinticinco) virtudes de los Upadhyayas.

27 (veintisiete) virtudes de los Sadhus.

Los Japamalas llegaron a Japón de China en el siglo VII luego de seguir el trayecto desde el Tibet donde se les conocen como “Malas” (collares). Pero fue durante el siglo VIII cuando realmente comenzaron a popularizarse, un monje llegado del sur de la India llamado Bodhisena visitó y le dio como presente una sarta de cuentas hecha de madera del árbol de Tilo al Emperador Shomu de Nara.

Este Japamala fue conocido después en Japón como “Nenju” o alternativamente, Juzu. (a veces o-juzu).

Nen = pensamiento, atención,

zu = para contar,

Ju = cuenta, así:

El nenju se refiere a “las cuentas usadas para la práctica atenta”, y el juzu traduce como “contando cuentas”.

El Cristianismo adopta alrededor del siglo XVI dC el Japamala, que se conoce con el nombre de "rosario", separando las cuentas de diez en diez por otras cuentas más grandes. Haciendo honor a la verdad, el "rosario" como tal no es otra cosa que una forma de oración qué empezó en el siglo XII y en el siglo XVI el Papa Pío VI, en la bula Consueverunt Romani Pontifices, establece la forma de recitar la oración que ha llegado hasta nuestros días.

En la Edad Media se llamaba chapels a las guirnaldas de flores trenzadas en primavera que gustaban de ponerse en la cabeza como adorno, o con las que decoraban los altares. En el siglo XIII, el uso se extendió, bajo la influencia de la Orden de Santo Domingo, y se trenzaban así, en honor de la Virgen, una guirnalda que se llamó “chapelet”.

El término “Rosario” no es solamente Cristiano ni es el símbolo de la rosa.

En Tíbet e India la palabra "mala" significa: collar o collar de cuentas.

En Hindi, las cuentas para la oración se llaman “japamala” que se traduce como ‘collar de rosas' o rosario. Así que al traducir la palabra “japamala” al latín quedo como “Rosarium” (el chapelet a la virgen Maria). De allí toma el nombre que ha llegado hasta nuestros días.

El Cristianismo utilizó previamente varios dispositivos contadores antes de adoptar el uso del “rosario” tales como guijarros, cordones y cadenas. Se cree que los mahometanos adoptaron el Juzu de los budistas, y el Cristianismo lo adopto de los mahometanos en la época de las Cruzadas.




Published by Rissho Ankokukai. 1947, 1999.

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