“La práctica de este rito [en el lecho de muerte] no se asemeja a la forma de meditación para los tiempos ordinarios. Cuando uno se enfrenta a su fin y el dolor de la disolución lo invade repentinamente y sacude su cuerpo, sus facultades espirituales se embotan, de modo que es incapaz de discernir las cosas con claridad.
¿Qué les servirá de aprendizaje en los tiempos ordinarios si en sus momentos de agonía no llevan a cabo la práctica esencial necesaria para la liberación? Por lo tanto, en esta etapa, uno debe practicar la triple contemplación en una sola mente tal como se abarca en el cofre del Dharma (hogu). La "triple contemplación en una sola mente" abarcada en el cofre del Dharma es precisamente Myoho- renge-kyo. En el momento de la muerte, uno debe entonar Namu-myoho-renge-kyo.
A través del funcionamiento de los tres poderes del Maravilloso Dharma (posteriormente explicados con considerable detalle como los poderes del Dharma, el Buda y la fe), uno alcanzará de inmediato la sabiduría iluminada y no retrocederá, y no recibirá un cuerpo atado por el nacimiento y la muerte.”
Aquí vemos que el daimoku se presenta como una práctica excepcionalmente apropiada para los momentos finales, se define como un "cofre de meditación", cuya recitación es igual a la triple contemplación en una sola mente; y se asocia con la fe.
Los dos últimos aspectos sugieren similitudes con las enseñanzas de Nichiren, quien consideraba el canto del daimoku como equivalente a la disciplina meditativa y lo basaba en la fe. Sin embargo, no hay evidencia de que Nichiren recomendara el daimoku como una práctica específica para el momento de la muerte, a la manera del Shuzenji-ketsu.
Fuente: https://125gohonzonichiren.blogspot.com/2025/09/texto-para-leer-en-linea-o-para-bajar.html