El Daimoku antes de Nichiren
En las últimas décadas, los estudios basados en otros tipos de documentos han arrojado algo de luz sobre este tema, demostrando que el daimoku se cantaba efectivamente antes del período de Kamakura, aunque en ese momento no era ni uniforme ni generalizado. Uno de los primeros en notar referencias tempranas al canto del daimoku fue Ienaga Saburo (1913-), quien en 1947 publicó evidencia de esta práctica que había encontrado en colecciones de sermones y de Ojo den que datan de mediados del período Heian (anterior al periodo de Kamakura). Ienaga descubrió los siguientes tres ejemplos. En primer lugar, el Shui ojo den (compilado a principios del siglo XII) dedica una sección a un tal Tachibana no Morisuke (1096), quien «todas las noches miraba hacia el oeste y, juntando las palmas de las manos en reverencia, cantaba el nombre de [A]mida y recitaban el título del Sutra del Loto».
Otros dos ejemplos provienen del período temprano del gobierno del Claustro, en forma de cuentos o setsuwa relatados en el Hokke hya-kuza kikigakisho, un registro parcial de una serie de trescientos días de conferencias sobre el Sutra del Loto celebradas en 1110 de acuerdo con el voto de una hija del emperador retirado Go-Sanjo.
El registro de la conferencia impartida el cuarto día del tercer mes, relata la historia de un monje novicio de ingenio lento en la China de la dinastía Sui que, al no poder leer el Sutra del Loto, se le enseñó a recitar solo el título. «Desde el momento en que sonaba la campana al amanecer hasta el anochecer, cantaba solo Namu-ichijo- myoho-renge-kyo [Namu al único vehículo, el Sutra de la Flor de Loto del Dharma Maravilloso]. Avergonzado por no poder leer el sutra, se arrojó desde un alto risco. Cayó entonces al infierno, donde demonios con cabeza de caballo y de buey lo arrojaron a una olla. Al oír sus varas de hierro golpear la olla, confundió el sonido con la campana del templo. «Estoy siendo negligente», pensó, y, alzando la voz, cantó «Namu- myoho-renge-kyo». Enseguida, la olla se rompió, el agua hirviendo se transformó en un lago claro y fresco, y él y todos alli, se sentaron sobre una flor de loto. Tras interrogar al monje y escuchar su historia, Yama, el rey del infierno, se regocijó enormemente y se postró en reverencia, diciendo: «Vuelve y canta el título del Sutra del Loto aún más».
Y el monje resucitó. El registro de la conferencia impartida el vigésimo sexto día del Sexto Mes relata cómo cantar el daimoku efectuó un milagroso escape del infierno.
Extraido de: https://125gohonzonichiren.blogspot.com/2025/09/texto-para-leer-en-linea-o-para-bajar.html